Trastorno por excoriación. Enfermedades psicodermatológicas
Encontramos numerosos casos de pacientes que acuden a consulta de dermatología debido a heridas en su cuerpo causadas por un rascado compulsivo. Aunque el tratamiento médico sea necesario para tratar las heridas provocadas, también debemos prestar atención a los motivos psicológicos subyacentes para evitar herirnos de nuevo.
Este problema es conocido como trastorno por excoriación o dermatilomanía y está clasificado dentro de los trastornos del espectro obsesivo-compulsivo. Se define como la necesidad o urgencia por tocar, rascar, frotar, restregar, friccionar, apretar, morder o excavar la piel. Suele comenzar con la aparición de prurito u otras sensaciones cutáneas como ardor u hormigueo, ante las que la persona siente una necesidad extrema de rascarse, por lo que acaba realizando esta acción.
Normalmente, la necesidad de rascarse aparece en respuesta a la aparición de pequeñas irregularidades o defectos en la piel, así como a la presencia de zonas afectadas por acné discreto. El rascado se lleva a cabo de una forma compulsiva, es decir, la persona no puede evitar rascarse la zona determinada, y frecuentemente se utilizan las uñas y/o herramientas accesorias como pinzas o agujas. Los lugares donde se da con más frecuencia son la cara, los brazos y las manos, pero también puede ocurrir en otros lugares del cuerpo. Esto suele provocar daños tisulares de distinta severidad, así como infecciones cutáneas, cicatrices permanentes, y un enorme daño estético y emocional.
Posteriormente, los impulsos de rascarse comienzan a aparecer por la mera observación de la propia piel. De esta manera, la persona con este trastorno empieza a examinar de forma obsesiva el estado de su piel. Durante esta observación la intranquilidad y la tensión van aumentando, y solo disminuyen si se ejecuta la acción de rascado. Cuando por fin ocurre, la persona experimenta sensaciones de regocijo y alivio, que en algunos casos llegan a describir como un estado de trance. Esta sensación placentera va mermando al tiempo que también desaparece la tensión anterior.
Este tipo de conductas puede dar lugar a sentimientos de culpa, arrepentimiento y dolor. Las personas que lo padecen sienten vergüenza y remordimientos por las heridas y lesiones resultantes de sus comportamientos de rascado compulsivo, lo cual puede dar origen a numerosos problemas personales y sociales.
Como mencionábamos anteriormente, además del tratamiento dermatológico, se hace imprescindible un abordaje multidisciplinar por parte de expertos en salud mental.
A nivel de tratamiento psicoterapéutico, nos encontramos en primer lugar con la terapia de sustitución. Esta terapia se centra en buscar la causa subyacente del trastorno, así como los efectos que puede originar. Se ayuda al paciente a desarrollar habilidades para controlar el impulso sin hacerse daño y a ir reduciendo los comportamientos de rascado. Para esto, se utilizan estrategias como la distracción (mantener manos ocupadas con tareas) o la reversión de hábitos (cerrar los puños durante un minuto para evitar el rascado).
Por otra parte, la terapia cognitivo conductual es un enfoque terapéutico que se centra en los pensamientos, sentimientos y comportamientos de una persona. Con este tratamiento, se desarrollan técnicas conductuales que permiten prevenir la aparición de los actos impulsivos, y al mismo tiempo se trabajan los pensamientos obsesivos de rascarse para que estos sean experimentados con niveles inferiores de tensión y ansiedad. Debemos trabajar asimismo con la autoestima de la persona, que probablemente se verá afectada debido a las lesiones autoinfligidas.
Además, debido a que este trastorno está muy relacionado con la ansiedad, la cual produce una tensión muscular continua tanto en el sueño como en la vigilia, es importante aprender a reducirla mediante técnicas de respiración y relajación, como por ejemplo la respiración muscular progresiva de Jacobson. La práctica de ejercicio físico también tiene un efecto beneficioso sobre la ansiedad y mejora el estado de ánimo.